¿Por qué dirigir los avances tecnológicos y científicos al beneficio exclusivo del ser humano? ¿Somos acaso entidades independientes y ajenas a nuestro entorno? ¿Somos seres superiores con derechos por sobre todo? ¿Somos el centro del Universo?
Pues bien, el ser humano es una entidad tan valiosa e importante como cualquier otro ser biótico -reinos de vida- o factor abiótico del Universo. Somos una única unidad y nos necesitamos los unos a los otros para vivir en armonía, es más, somos los humanos, quienes para vivir, dependemos enteramente del entorno y nuestra relación con él, y no así el entorno de nosotros, por eso hago énfasis en esto pues somos los humanos quienes estamos destruyendo el Planeta. La interrelación de los demás seres vivos y su relación con los factores abióticos mantienen un ciclo perfecto y equilibrado que genera prosperidad.
Entonces ¿por qué focalizar nuestros esfuerzos para el provecho del ser humano?, cambiemos esa falsa percepción de que el humano es dueño y señor del mundo y dirijamos los estudios de la ciencia al usufructo del Universo como unidad, como un sistema que depende de sí mismo para coexistir.
El humano es un ser superior, así como señala el movimiento renacentista Humanismo: “el hombre es el centro del Universo” ¿pero que debemos interpretar como superior, como centro del todo? Superior simboliza el hecho de tener uso de razón, lo cual no es muy evidente en nuestros tiempos, ¿y la obligación no es acaso ejercerla para llevar una vida equilibrada con el medio?
No confundamos el término superior con el derecho de hacer y deshacer a nuestra conveniencia, pues aislados como humanos solo somos una parte del todo, recordemos que como componentes de un sistema debemos progresar juntos, que si alguna pieza falla, cualquiera, por pequeña que sea, entramos en caos, en desequilibrio, de ahí el el porque la importancia de cumplir con nuestra labor de superiores. Somos privilegiados al tener la capacidad de modificar el entorno para beneficio del Universo y por ende el nuestro, aprovechémoslo, ejerzamos nuestra superioridad.
Centremos pues nuestras actividades en el mejoramiento de “nuestra” calidad de vida -entendida ésta como la unidad, el universo-, redirijamos nuestro propósito y ayudemos al bienestar del Planeta, a la protección y conservación del mismo, y por consiguiente obtendremos así nuestro propio bienestar. Sin ir tan lejos, empecemos por casa, por la cotidianeidad de nuestros actos, el ejemplo a nuestros hijos, respetando y admirando la naturaleza en su hábitat, ya sea parques e incluso nuestros jardines pero no dentro de nuestros hogares, coexistamos con el Planeta, amémoslo, respetémoslo, atendámoslo y protejámoslo, disfrutemos su belleza pero no nos lo apropiemos, no rompamos la unidad, somos uno solo.
El Caminante
mayo 02, 2006
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