junio 27, 2006

SOCIAL/niños/Ecuador

PROYECTO “NUESTRO HOGAR” DE FUNDACIÓN “AMIGOS DE LA VIDA”
El Proyecto “Nuestro Hogar” es un ambiente de acogimiento temporal a niños y niñas de 0 a 4 años en situación de extrema vulnerabilidad y mientras dura la crisis familiar. Los familiares de los niños, por lo tanto, también son actores fundamentales en este trabajo.
El acogimiento de los niños en “Nuestro Hogar” está determinado legalmente, igual que su salida. Sin embargo, es en el campo de la vida práctica , en el tipo de ambiente y atención que ofrecemos a los niños y a sus familas, en los casos de contar con ellas, que nos distanciamos lo suficientemente necesario de la práctica convencional, para organizar una propuesta, la del trato al niño como una legítima “otra persona”. Nuevamente, nos acercamos, retornamos a lo social, con la demostración cotidiana que es totalmente posible favorecer experiencias de cariño y respeto al niño en esta época tan delicada de la temprana infancia y de manera especial a este sector marginado de la sociedad.
Esta experiencia en Ecuador, a 25 Km. de Quito, en una finca agrícola, transcurre en un incesante esfuerzo por convertir estudios e investigaciones en la neurobiología y en muchos otros campos del quehacer humano, en herramientas que en primer lugar nos permitan comprender las leyes que rigen el desarrollo de los seres vivos, es decir, comprender cómo se expresan los procesos de vida, y en segundo lugar, que estos conocimientos nos sirvan para conocer nuestra naturaleza de seres humanos y crear entornos que faciliten nuestra realización plena. Como todo ser vivo, somos poseedores de un plan interno, inscrito en nuestro programa genético o ADN. Allí se encuentran definidos todos los mecanismos de desarrollo de nuestro organismo. Ahí no intervenimos, en lo que la naturaleza ha definido sus propias reglas de juego. En donde nos preocupamos y podemos incidir es en la calidad del entorno, en crear y mantener condiciones que permitan la satisfacción de necesidades auténticas del organismo, en los diferentes momentos de su maduración.
Por lo tanto, en el Proyecto “Nuestro Hogar” nos preocupamos por las cualidades de ese entorno: sin peligros activos, con materiales, accesorios y cuidados que corresponden a necesidades auténticas y posibilidades de los niños. Lo denominamos “ambiente relajado”, donde cada persona puede manifestarse como es, como se siente y puede abrirse a procesos autoterapeúticos, a procesos de vida. Constatamos en este ambiente, recuperaciones “milagrosas” sin recurrir a drogas, a calmantes. El conocimiento de los mecanismos de dolor del organismo y los cuidados atentos de las cuidadoras, la delicadeza de sus gestos, su accesible y oportuno lenguaje que toma en cuenta el estadio de la lógica del niño, impregnan en esos maravillosos seres el sentimiento de aceptación y de lo que llamamos cariño, en el contacto físico sin condicionamientos, presiones o expectativas, es decir en el apoyo y el acompañamiento, incondicionales. La personalidad del niño se proyecta desde sus primeras experiencias de autonomía que se desarrollan en torno a su alimentación. En “Nuestro Hogar” bajo ningún concepto se da de comer a los niños a la fuerza. Se respetan las señales de saciedad, plenitud o intolerancia que nos demuestra el niño.. Tempranamente, aún recién nacidos, los niños eligen sus ropitas. Siempre nos impresionan alegremente con sus gustos en las combinaciones de colores, por ej. Nuestro rol, se orienta más bien en facilitarles: nutrientes de calidad, ropa cómoda para sus movimientos, materiales adecuados a sus necesidades y nuestra preparación constante para comprenderlos.
Ese proceso vital, único, de cada niño tomado en cuenta, tiene importantes expresiones: internamente, en una adecuada maduración de sus estructuras neurológicas, que conocemos es de carácter irreversible y sobre la que se proyecta la fortaleza de su vida. Externamente, se expresa en grandes logros en su capacidad para colaborar con sus cuidados, para enfrentar obstáculos, para tomar decisiones, para colaborar con otros, para respetar reglas de casa e ir descubriendo la bondad de los “límites”, que le permiten ver más allá de su propia perspectiva y hacen posible una convivencia adecuada y generosa, cualidades éstas que tanto apreciamos y que al mismo tiempo tanta falta hacen en el mundo actual.
Les hablo de procesos de recuperación de niños psicóticos, con toda una gama de daños neurológicos, ocasionados por entornos no adecuados para la vida: maltrato físico, emocional, sobreestimulación , abandono, carencia de espacios para niños. Conociendo las implicaciones de agentes externos como las drogas y aún las de carácter clínico en la actividad interneuronal, en mecanismos de inhibición y alteración neurológica y sus consecuentes expresiones en el deterioro de la salud y de la inteligencia vital del organismo, las atenciones a los niños en “Nuestro Hogar” no contemplan el uso de medicinas farmaceúticas sino de “remedios” que se preparan en casa, recogiendo la rica tradición de nuestros pueblos, de nuestras abuelas y que, de manera especial, son expresiones de un acercamiento cálido, más humano y personal al sufrimiento, al dolor del otro. En realidad, medicinas o tratamientos y más aún de dependencia prolongada no son necesarios cuando el organismo va encontrando sus propios mecanismos de expresión y es aceptado y querido. Los logros de la ciencia y la tecnología, especialmente en los campos de la medicina y la psicoterapia, nos dan mucha luz, para conocer, preveer y no someter al organismo a daños que a posteriori, requerirían justamente de intervenciones a otros niveles. Esta experiencia, en la que facilitamos al niño su “propia expresión”, nos demuestra cada día, la enorme sensibilidad e inteligencia que se expresa tan tempranamente en su vida, en la capacidad de tener su propio gusto, sus propios sentimientos, su ritmo propio, sus movimientos, sus posturas y sus procesos de reestructuración, en fin, en su capacidad de hacerse a sí mismo. Entonces, ¿ podría haber falta de salud si nos esmeramos en un trato delicado al niño y nos acercamos a descubrir cuáles son sus verdaderas necesidades y nos organizamos para que pueda satisfacerlas?.
Nuestra voluntad está muy comprometida. Compartimos lo que somos y lo que tenemos, también la necesidad aún como adultos, de encontrar un sentido a nuestras vidas, de descubrirlas y desarrollarlas. Así, que cuando trabajamos por los niños también encontramos nuestro reencuentro. Por lo tanto, una actividad de este tipo, no es obra de una metodología, de una corriente de pensamiento. No es una obra de caridad, de beneficencia, es ante todo una manera de vivir y tiene que ver necesariamente con un cambio de actitud del adulto. Sin referentes de apego, de cariño y buen trato, ¿cómo se puede inculcar valores a nuestros niños, a nuestros hijos?.
En “Nuestro Hogar” los niños expresan un verdadero placer en sus ayudas: barren, lavan la vajilla, ordenan los materiales en sus lugares respectivos, ponen la mesa, limpian la mesa, ponen los alimentos en sus lugares, guardan sus ropitas en sus armarios. Constatamos con asombro y alegría esta época sensible del orden, del que nos hablaba la Dra. Montessori. La cocina está abierta a los niños que ya caminan y comen solos. ¡Cómo disfrutan en trozar las lechugas, las espinacas, la acelga,…!. En ocasiones también las cortan. El adulto que ayuda a preparar los alimentos se hace pequeño y en una mesa accesible para los niños hace sus diversas actividades, contando siempre con la presencia de los pequeños curiosos, que también tienen la oportunidad de probar los diferente alimentos en sus diferentes estados. ¡Cuánto derroche de emociones al preparar y comer los pasteles, y no solo en los cumpleaños!, en ir a recoger los huevos del gallinero, en dar de comer a las gallinas y verlas con sus pollitos. En ir a visitar al chancho, a los cuyes, a los conejos. En ir a tomar helados, en descubrir la vecindad y sus oficios en los días de paseos, con tal fascinación aún si hace frío o mucho sol. ¡Cuánto por descubrir, Cuánto por vivir!.

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